Ese olimpo
incontrolable,
Esa sucesión
de diáfanos encuentros,
Un dulce
perfume al acecho,
Tu vocablo,
tus fanales, tus regazos abiertos.
El febrero
que te fuiste, el agosto que resurgiste.
Mi otro
yo postergado, mi yo flotante; para todo un vos,
Nada impide
esta finitud,
Nadie sabe
cuando germina una nueva luz,
No hay deslices
insobornables,
Hay un
algo que fue sin serlo
y un jardín íntimamente mio; que hoy trepa invariable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario