domingo, 11 de noviembre de 2012



Ese olimpo incontrolable,
Esa sucesión de diáfanos encuentros,
Un dulce  perfume al acecho,
Tu vocablo, tus fanales, tus regazos abiertos.
El febrero que te fuiste, el  agosto que resurgiste.
Mi otro yo postergado, mi yo flotante; para todo un vos,
Nada impide esta finitud,
Nadie sabe cuando germina una nueva luz,
No hay deslices insobornables,
Hay un algo que fue  sin serlo
y un jardín íntimamente mio; que hoy trepa invariable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario